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LAS CALIFICADORAS DEL RIESGO

Un requisito sine qua non para la entrada en el mundo financiero tanto de las personas naturales y de las personas jurídicas -eso incluye a los Estados- es el crédito. La vida crediticia puede abrir o cerrar las puertas para consentir de manera más rápida los sueños, suplir las necesidades e inclusive tener bienes suntuarios que ratifiquen el status y personalidad.

Las empresas calificadoras de riesgo están presentes en la actividad económica social en todos los niveles. Tanto individuos, empresas y Estados tienen unos parámetros para poder acceder bajo unos criterios establecidos de buen crédito al apoyo internacional de otros Estados u organismos multilaterales de cooperación o financieros.

El crédito es el punto elemental de la confianza inversionista, y la confianza es la base de los negocios como en otras columnas lo hemos repetido.

Hay que tener en cuenta que el valor fundamental ante los actores del mercado se basa en la independencia de las empresas calificadoras de riesgo frente a cualquier interés comercial con los Estados o empresas objeto de estudio.

Su trabajo es precisamente ser un árbitro objetivo sobre las condiciones de antecedentes de pago, recursos, política fiscal, estabilidad política y financiera, fuentes de financiación y nivel de resultados de inversión -en el caso de los organismos multilaterales de cooperación- en informes técnicos cuyo resultado será evidenciado en unas cifras y letras, verbi gracia, el paso de Colombia de la calificación del BBB- a BB+ reciente.

¿En qué afecta la calificación empresarial de un país a las empresas? En acceder a la financiación con intereses competitivos y precios justos de crédito.

Hablando en cristiano, si una compañía bancaria o financiera internacional ve que nuestro origen es de un país “mala paga” o de “baja reputación”, pueden suceder dos cosas: o que se niegue el crédito o que simplemente apliquen unos intereses muy altos superiores al límite de la usura de cada país o región -si estamos hablando de Estados federales como Estados Unidos, Brasil o las comunidades autónomas de España-, lo que significa mayor endeudamiento y menor ahorro o ganancia por la tasa de cambio, y por lo tanto menor posibilidad de conservar excedentes para reinversión en su mismo modelo de negocio o emprendimiento.

En esa situación se encuentran actualmente las principales empresas frecuentes en las ventas de paquetes accionarios en la Bolsa de Valores de Colombia.

Aunque para algunos expertos y académicos desde la crisis de 2008 hablar de globalización o del “fin de la historia” como en los años noventa es algo que está mandado a recoger, es importante resaltar que nos guste o no, estamos en un sistema económico globalizado y ampliamente relacionado tanto con las dinámicas políticas y en un grado un poco menor a los avances tecnológicos y académicos que se reconocen tarde porque muchas veces las velocidades de avance de la academia frente a las de las sociedades no suelen coincidir.

En síntesis, la mejor forma de generar confianza que se traduce en el buen crédito es hacer todos los esfuerzos posibles por un mercado libre, dinámico y activo para producir los recursos que conlleven al cumplimiento de las obligaciones, pero también para suscitar ganancias para la reinversión y distribución entre todas las partes participantes en la dinámica socio económica.

¿Lo estamos haciendo en América Latina últimamente?

Por: Mariano Martínez O.

𝑷𝒆𝒓𝒊ó𝒅𝒊𝒄𝒐  𝐄𝐋 𝐄𝐒𝐏𝐈𝐍𝐀𝐋
𝑬𝒏 𝒆𝒍 2021 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒊𝒎𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒊𝒈𝒐!

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